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La Condición Humana en el Nuevo Milenio:
Barbarie o Liberación

James Petras
encontro_internacional@revistapraxis.cjb.net

Professor do Departamento de Sociologia da Universidade de Binghamton, New York, EUA.

(Texto Original em inglês. Tradução ao espanhol: IMMM)


Introducción

Es acaso una hipérbole el escribir y hablar sobre "barbarie" en esta época de elecciones competitivas, el auge bursátil y consumismo? ¿No se asocia la palabra "barbarie" a regímenes totalitarios del pasado, practicantes del exterminio masivo de millones de personas? Yo estaría de acuerdo al decir que la nueva barbarie opera bajo una apariencia civilizada. Las señales y signos externos hablan de la "normalidad": los políticos sonríen y hacen discursos que son transmitidos a su vez por los medios de comunicación de masas; las cuales son escuchadas por la mayor parte de la gente durante sus rutinas diarias en el trabajo, en el hogar y en los momentos de ocio. Pero hay una realidad más profunda que no puede ser disimulada: epidemias arrasan África y Asia y matan a millones, a los que les son denegadas las medicinas porque las compañías farmacéuticas multinacionales a los que sus gobiernos apoyan, impiden la distribución porque pone en peligro sus beneficios. El acto de negarle a la población las medicinas es igual de mortífera que los actos de voluntad - la construcción de hornos de gas. Y ambos definen de la misma manera un estado de barbarie.

La barbarie del imperio euro-americano es visible en prácticamente todos los continentes.

En la década de los ochenta más de un cuarto de millón de personas murieron en América Central (Guatemala, El Salvador, Nicaragua) para asegurar el dominio imperial estadounidense.

En el sur del continente africano (Mozambique, Angola) durante los años setenta más de dos millones de personas murieron o fueron desplazadas por mercenarios apoderados del imperio euro-americano.

Durante los años noventa han muerto más de un millón de iraquíes debido directa o indirectamente al bombardeo euro-americano y al bloqueo económico.

En Timor Este cientos de miles de Timorenses murieron o fueron desplazados por el regímen indonesio, vasallo del imperio euro-americano.

En Yugoslavia el bombardeo por parte del imperio desplazó y mató a miles de personas, destruyendo la economía serbia y expulsando a cientos de miles de Serbios, Romanís y otros de Kósovo.

En la antigua Unión Soviética y Rusia los seguidores del mercado libre euroamericano han arruinado la economía, instalado un régimen de cleptócratas y han hecho descender la esperanza de vida en seis años, llevando a un millón de muertes prematuras.

Estos son los ejemplos más atroces de la barbarie militar que acompaña al proceso de expansión y consolidación del imperio euro-americano. No incluye las decenas de millones de personas que mueren prematuramente debido al funcionamiento del mercado libre.

En estas circunstancias el hablar de barbarie imperialista es un concepto rigurosamente analítico.

Vivimos en una época caracterizada por una violencia profunda, extendida y gratuita. Una jerarquía de practicantes de la violencia interconectados: la pieza central es el nuevo imperio euro-americano que interviene con sus fuerzas militares, rapiña la riqueza del mundo y recluta y dirige legiones extranjeras (llamadas "fuerzas de paz multiláterales") desde sus numerosos estados vasallos. Los mismos estados vasallos, en imitación de los señores del imperio, victimizan a los vecinos más débiles causando conflictos étnicos y regionales. Dentro de los estados vasallos se enfrentan los señores de la guerra competidores, atentando contra la población de la banda opuesta en una lucha por ser el depredador principal y el subordinado favorito del poder imperial. En el proceso decenas de millones de personas se ven desarraigadas mientras cientos de miles son físicamente aniquilados, o por la fuerza de las armas o por las fuerzas del mercado. Normalmente los poderes euro-americanos combinan sus fuerzas con las de los líderes avasallados para salvar a la humanidad destruyéndola.

Las personas, el objeto de estas misiones humanitarias, muchas veces son desplazadas en su propio país y obligadas a convertirse en refugiados en países extranjeros. Son degradados, estigmatizados, manipulados y tirados a un lado conforme con las metas de los poderes imperiales o de sus aliados, los señores de la guerra.

La política se va degradando cuando los estadistas imperiales compran a demagogos avasallados y los ponen en desfile como demócratas, afirmando así sus propias credenciales democráticas para dominar mejor el nuevo estado y controlar su economía. La ciudadanía se ve degradada. La sumisión ante el mercado imperial controlado es un imperativo, de la misma forma en que de un esclavo se exigía la mas absoluta obediencia.

Ni los poderes imperialistas que se denominan a si mismos El Mercado ni los negreros se hicieron o se hacen responsables ante algún público. Las oligarquías imperiales y sus vasallos no poseen ninguna característica expiatoria: rapiñan a nombre de la libertad, colonizan en nombre de la "autodeterminación", sus vasallos prestan juramento de fidelidad... para el bienestar mayor del imperio.

Civilización Híbrida

La civilización actual es un fenómeno híbrido: en la forma es civilizada, en el contenido barbárica. Determinados rituales civilizados permanecen en los centros imperiales-elecciones, derechos individuales, libertad de expresión, pero el ejercicio del poder estatal y sus consecuencias degradan y desplazan a millones de personas, envilecen la política y saquean las economías del tercer mundo y de los países excomunistas.

¿Cómo hemos llegado a este estado de "barbarie civilizada"? ¿Se trata de una "crisis de la moralidad" o de una "pérdida de los valores tradicionales" como, argumentan los conservadores? ¿O es la barbarie simplemente una característica reincidente de nuestro pasado que persiste ante el desarrollo todavía incompleto del mercado libre, como argumentan los liberales? Vivimos en el período más dominado por la economía de mercado de la historia. El punto de partida hacia la comprensión de la nueva barbarie se encuentra precisamente en las relaciones más generalizadas y dominantes del mercado capitalista actual. Pero no se trata de un tipo cualquiera de mercado, ya que los mercados han existido en formas variadas casi desde el principio de la historia... sino de las estructuras de "mercado" controladas por el imperio euroamericano resurgente.

Para empezar a entender la naturaleza de la nueva barbarie tenemos que mirar hacia las estructuras del nuevo imperialismo, su imperio económico y la máquina militar que lo sostiene. Tenemos que examinar los vasallos locales y sus pobres imitaciones de la violencia y las depredaciones imperialistas. El Nuevo Imperialismo no sólo esclaviza los cuerpos de sus súbditos sino que además trata de inculcar servilismo a sus mentes. La nueva barbarie imperial está tan generalizada que tiene que ser constantemente negada, racionalizada, justificada y ofuscada. La ascendencia del imperio euro-americano requiere que sea celebrada para tranquilizar a sus beneficiarios, desmoralizar a sus adversarios en potencia y aislar a sus enemigos implacables. La alabanza de su "forma civilizada" y la negación vehemente del contenido barbárico son fundamentales en la perpetuación de la nueva barbarie. Para ello los apologistas del imperio - los periodistas, académicos, representantes de los medios de comunicación de masas, relaciones públicas, funcionarios y representantes públicos - trabajan constantemente para ridiculizar y desprestigiar las críticas de la barbarie. Su propósito es el aislamiento de los críticos, la desintegración de la perspectiva crítica y la desaparición de las formas tradicionales y contemporáneas de resistencia.

¿Qué esperanzas quedan ante esta violenta embestida de la barbarie imperialista? La resistencia empieza, y sólo empieza, con la recuperación de la memoria histórica y de la integridad personal: la capacidad de decir que no ante la propaganda de guerras y saqueo imperialistas. La resistencia empieza al desenmascarar la fachada de civilización que disimula la degradación de las masas. Debemos afirmar el síndrome de Espartaco: el derecho a la rebelión que tienen los millones de personas que no pueden permitirse el lujo del retiro privado pero que debido a las condiciones de su vida diaria luchan por su vida, su sustento y su libertad. ¿Qué es lo que está en juego? No sólo la victoria sobre la crueldad sin sentido y la codicia insaciable en este el más vulgar de los imperios, sino también la defensa del espíritu humano: razón, libertad, dignidad... la recuperación de la civilización.

La Nueva Barbarie: Hija del Imperio

La nueva barbarie está directamente relacionada con el renacimiento del imperio. ¿Qué es este nuevo imperialismo? Si por imperio entendemos sólo monarcas absolutistas y virreyes con pelucas, acompañados por cardenales de capa roja con pesados crucifijos de oro, en ese caso no hay imperio. Pero sí lo hay si por imperio entendemos la expropiación sistemática de riqueza por parte de grandes corporaciones privadas y bancos ligados a los Estados Unidos y a Europa. Vivimos en una época de Imperialismo si entendemos que los nuevos "virreyes" con peinados de peluquería y trajes de franela gris dictan directrices a sus estados subordinados desde su augusta posición en las instituciones financieras internacionales como representantes directos de los estados imperiales. Ofensivas militares unilaterales por parte de los poderes euroamericanos, ocupaciones militares y dirección de legiones militares de estados vasallos es el comportamiento de los países imperiales. El hecho central del sistema internacional hoy en día es que es llevada por y para el imperio euro-americano. Nunca ha estado una parte tan grande de la riqueza mundial concentrada en manos de una élite tan minoritaria en Europa y Norteamérica.

De las 500 empresas más importantes que dominan la economía mundial, 48% son estadounidenses, 35% son europeas y 10% japonesas. Las 10 familias más ricas poseen mayor riqueza que la mitad de los países del mundo juntos.

La desigualdad entre el imperio euro-americano y el Tercer Mundo ha crecido geométricamente durante los años noventa, mientras que las desigualdades internas entre el 20% más rico de la población y el 80% más pobre han aumentado. Hoy en día más de tres mil millones de personas viven en la más absoluta pobreza mientras que 50 multi-billonarios viven rodeados de opulencia.

La riqueza y el poder del imperio está homogeneizando el mundo: los sectores de élite de los países vasallos se han convertido en imitadores de sus señores imperiales. Transmiten los mismos mensajes ideológicos y bienes culturales inútiles a los súbditos. Para ser súbditos leales y reconocidos del imperio se exige de las élites locales que extraigan tributo y lo transfieran a las arcas de los poderes imperiales. Los centros imperiales extraen de los estados vasallo riqueza para las élites y bienes de consumo barato para apaciguar a los trabajadores/consumidores de bajo sueldo en los estados imperiales. Pobreza, degradación y depredación de la gran masa de la humanidad es un resultado de la terrible carga que impone el sistema imperial : la transferencia de la mayor parte de la riqueza a las élites de los países imperiales, un porcentaje adicional para las élites de los países vasallo, y finalmente pequeñas cantidades en especie para los consumidores de clase baja del imperio.

El imperio es presentado por sus apologistas como "un mundo de culturas diversas", o como una "nueva cultura global". En realidad, lo que pasa por ser cultura, elevada y baja, no es más que la comercialización, promoción e imposición por parte de empresarios culturales imperialistas de bienes con un carácter especial: producen beneficios y hegemonía ideológica. La cultura imperial es en esencia impersonal - los artistas de los espectáculos de masas (músicos, actores, intérpretes, etc.) son parte de una élite calculadora y de negocios que no mantiene ningún lazo espiritual, físico o material con el pueblo. Mantiene lazos económicos muy fuertes con las élites imperiales.

La cultura imperial es el consumo a gran escala, la producción y distribución de bienes culturales que atomizan , despolitizan y fragmentan colectividades al crear "comunidades virtuales" que están separadas de sus realidades sociales: los espectáculos son circos sin el pan.

La "cultura de masas" disfraza y hace más profundas las desigualdades abismales que acompañan al control oligárquico total. Tras la costumbre plebeya de vestir pantalones vaqueros o los vestidos relucientes de la estrellas televisivas, miles de millones de dólares van a las arcas imperiales.

Las oligarquías culturales imperiales de hoy en día hablan de la democracia mientras que la concentración de la propiedad de los medios de comunicación de masas niega la posibilidad de elección, de debate, de alternativas y de foros de compromiso popular. La democracia imperial es un monólogo en el que no se admiten otras voces, y su orden del día es la siguiente: acumular, concentrar, acumular.

La diversidad cultural al estilo imperial está construida sobre un mundo de desigualdades abismales: hay diversidad de culturas pero sólo una domina y define a las demás: la cultura del imperio y sus élites dominantes euro-americanas y sus estados vasallo de Europa del Este, Asia, África, y América Latina.

La Proyección Social del Imperio en la Vida Cotidiana

Las ideas y los valores defensores del dominio imperial se han extendido por todo el mundo y se han encontrado con mayor o menor receptividad y rechazo en el abanico social. Los mayores receptores y transmisores de los valores imperialistas son las élites de los estados vasallo y los niveles educados de los países dominados. Para ellos, la imitación equivale a modernidad y quizá a una invitación de la Casa Blanca, a hablar en el Parlamento Europeo o a dar una conferencia en una prestigiosa universidad.

Los que establecen la política imperial no aceptan a los líderes avasallados simplemente por ser estos presidentes elegidos o auto-elegidos. Deben demostrar su lealtad, privatizando las empresas públicas y ofreciendo sus recursos naturales lucrativos en venta al postor euro-americano más alto. No deben atender al prejuicio popular e invertir en salud básica - deben asegurar el pago de la deuda con los bancos imperiales.

Los vasallos a los que las élites de la política imperial más aprecian son aquellos que le imponen a sus gentes el orden del día imperial, y que lo hacen cumplir con toda la fuerza necesaria. Entonces y sólo entonces recibirán el amistoso apretón de manos, o quizá "abrazo"; sólo entonces pueden presumir de una cierta intimidad informal, o una conversación sin transcendencia con los líderes del imperio euro-americano. Y sólo entonces serán declarados verdaderos demócratas, grandes reformistas de la economía, y en consecuencia modernizadores. Las imágenes de los líderes avasallados brillan en los artículos favorables que se publican en las páginas financieras y editoriales de los periódicos imperiales, mientras que los desarraigados y los desahuciados miran ferozmente, con desprecio e indignación.

La Retórica Democrática y las Realidades Imperiales

En la medida en que el espacio entre la retórica democrática y la realidad del imperio crece, la creación de nuevos valores y la corrupción de los valores antiguos se convierte en la norma.

La dignidad del hombre desaparece y la tiranía del comercio se infiltra en la vida diaria. Hoy en día los trabajadores no tienen tiempo libre; para sobrevivir se ven obligados a ocupar varios puestos de trabajo, la sumisión absoluta ante un, dos o muchos jefes. A través de sus actividades producen, venden y se ocupan de mercancías que proporcionan mayor riqueza y poder a los plutócratas modernos. No queda tiempo para la dignidad. Aún peor, entre algunos trabajadores existe el placer indirecto por ser el esclavo de los super ricos de los grandes poderes.

Que absurdo el buscar la dignidad humana en el mercado que todo lo abarca donde no hay valores intrínsecos, sólo valores que se realizan en el mercado, mejor aún, valores que tienen una cotización alta en la bolsa. En el Mercado la dignidad es una broma, una mala excusa de alguien que no es capaz de comprar o de vender con éxito las acciones, un perdedor, un fracasado que se viste arreglado para ser ignorado.

El éxito personal se mide por la tasa de rentabilidad conseguido. El corredor ideal es independiente, ignora todos los problemas sociales y está entregado a su actividad de comprar y vender para conseguir beneficios. Obviamente la solidaridad social - familia, amistad y lazos sentimentales - le distraen del foco único de los beneficios personales. En el pasado los corredores recuperaban algunos de estas preocupaciones humanas después de que el Mercado cerrase y antes de que abriese. Pero ahora hay mercados abiertos las 24 horas del día, y ya no existe la solidaridad social: por esa razón es tan maravilloso el teléfono móvil. Es posible copular y a la vez recibir las últimas noticias de la bolsa de Hong Kong.

¿Y en qué se convierte el encuentro personal en la pantalla anónima de Internet? ¿Quién necesita los rostros gritantes, las voces enfadadas de los que han perdido su trabajo, masacrados por los movimientos inteligentes del capital computarizado? Dale a la tecla, cambia la orden y deshacerte de la respuesta.

Tenemos la forma más imperialista de matar: el colapso de los mercados en Asia, millones de personas pierden su trabajo, miles se suicidan mientras en Wall Street se descorchan botellas de vino de Borgoña de 100 dólares la pieza para celebrar la absorción de empresas en bancarrota.

Masacres impersonales, beneficios enormes basados en la venta de nada útil, esta es una de las caras de la barbarie moderna.

Pero todavía están los que quizá lleguen a cuestionar la injusticia de este sistema, que son más numerosos, que están enfadados por haber sido desahuciados, y está el desasosiego de las clases medias educadas: temen tanto el problema como la solución. Por eso necesitamos nuevos filósofos, y una nueva ética que nos diga que los más fuertes, ricos y despiadados son los mejores líderes. Los nuevos filósofos del imperio le proporcionan un barniz ético a nuestro sometimiento: los nuevos filósofos de la barbarie comparten con sus jefes económicos una superioridad indirecta sobre aquellos que están más abajo: tienen que aprender que la servilidad es la normalidad.

La Nueva Barbarie: La Esencia del Imperio

Los imperios se construyen sobre la fuerza bruta y se justifican a través de mentiras monstruosas. Esto es tan verdad hoy en día como en el pasado. El estilo de la conquista imperial contemporánea es similar a la del pasado, sólo ha cambiado ligeramente el vocabulario. La conquista colonial de naciones del pasado, el control de los mercados y la explotación de la mano de obra barata se justificaba por ser una "misión civilizadora". Hoy en día el imperio euro-americano hace sus conquistas en el nombre de la "modernización". Antes se denominaba colonización, hoy es bautizada como "globalización". El nuevo vocabulario es importante para el consumo doméstico en los países del imperio y para suministrar a los líderes avasallados con una sensación de importancia y mérito - su papel de siervos subsidiarios les llena de un orgullo por su propósito, por ser parte de un grandioso "Nuevo Orden Mundial". Los líderes avasallados viven bajo la ilusión de que ellos también están "construyendo la historia", de que son agentes de una nueva y milagrosa prosperidad. El nuevo discurso imperialista es el barniz que recubre la barbarie imperial. Sólo hace falta visitar las economías provinciales convertidas en un erial de empresas cerradas o en bancarrota debido a la importación barata y la competición con los centros imperiales. Uno sólo tiene que andar por las calles abarrotadas de millones de personas en paro que emigran, atraídos por las grandes ciudades, y acaban en la miseria de la ciudades-chabola, que entran a formar parte de la multitud de vendedores callejeros, trabajadores ocasionales, vagabundos, o, para los más audaces, ingresa en las filas de los violentos grupos de asaltantes que depredan a los pobres sin defensas o los más ambiciosos se enfrentan a los batallones de guardaespaldas que protegen a los ricos de los secuestradores.

Los ricos invitan al enfrentamiento, con la vulgar exhibición de su obscena riqueza y la vergüenza que le imputan a la miseria. Su robo a gran escala de la propiedad pública y de la riqueza nacional y la acumulación de la riqueza que no han ganado trabajando pone el ejemplo para los pobres que toman parte en violentos enfrentamientos callejeros. Vivimos en la era de la inmoralidad, en la que los criminales se han vuelto respetables y los respetables, criminales.

Las Varias Caras de la Barbarie Imperialista

La nueva barbarie no es sólo un problema de amoralidad sino que además es un fenómeno con muchas facetas. Es básico que se comprenda la esencia económica del imperio: saqueo ilimitado, especulación enfebrecido y, como consecuencia, destitución sin mitigación. Cuando ya los bancos imperiales han extraído billones, las deudas han sido pagadas ya varias veces, los sueldos se han reducido, los recursos nacionales lucrativos se han vendido, los servicios públicos son casi inexistentes, se sigue exigiendo el pagamento de las deudas a tiempo y sin quitar nada. A las naciones más pobres, en las que el 80% de la población vive en la miseria, todavía se les exige que continúen sin retraso el flujo del pago de las deudas a las arcas del imperio. Bajo la máscara de gestos humanitarios, los poderes imperiales se ocupan con crueles decepciones: prometen la cancelación de las deudas si se les permite dominar los mercados nacionales con sus empresas imperialistas y explotar la mano de obra con sueldos por debajo del nivel de la subsistencia. A cambio de la cancelación de las deudas, el imperio impone "reformas económicas" que le permiten controlar las fuentes de riqueza.

Los ricos imperiales no compran acciones para producir un artículo de utilidad o para hacer un servicio útil o inútil. Las acciones se compran para ser vendidas a un precio más alto. Acciones de empresas fantasma que no producen beneficios, ningún ingreso da pie a la enfebrecida especulación de los corredores de bolsa, similares a las aves rapaces. La especulación es hoy en día la forma más insistente, avanzada y respetada del capitalismo. La especulación es la cima de la barbarie: la economía de papel consume las ganancias extraídas del sudor y la sangre de mineros tuberculosos de la isla de Java, de las manos exhaustas de mujeres adolescentes que cosen ropa y zapatos en fábricas cavernosas del norte de Méjico, Bangladesh, Indonesia, India, China.

El saqueo con impunidad es el himno nacional de la prosperidad imperial. La gran pregunta es si la especulación enfebrecida conducirá a su propia caída. ¿Devora el cerdo a los suyos? ¿Qué pasará cuando esta torre de naipes se derrumbe, cuando la fiebre provoque un infarto? ¿De quién será la sangre que brotará de la boca de Mammon?

Pero por ahora reina el imperio, ¿quién puede cuestionarse su alcance militar, su poder político y su autocongratulación económica?. Los que se preguntan son destruídos, sus países son bombardeados, sus economías desmanteladas, sus minorías étnicas puestas en contra el uno del otro. Los que protestan o se resisten al imperio son figurados como demonios. Los bárbaros del imperio cantan una letanía de etiquetas calificativas, sus voces se oyen amplificadas a través de los medios de comunicación de masas, y su propaganda es repetida por los bien pagados humanitarios. Tienen un ejército de médicos, ONGS (o-ene-gés) y literatos de pacotilla para proporcionarles un barniz ético a los crímenes del imperio. ¿Quién puede negar que Noriega fue un dictador, Saddam un Hitler, Milosevic un monstruo? Un millón de iraquíes muertos es un precio pequeño por una misión humanitaria.Varios cientos de miles de Yugoslavos muertos y desplazados es un precio pequeño que hay que pagar por el castigo a un líder que tuvo el valor de denegarle la entrada y la ocupación de su país por parte de los ejércitos imperiales.

El imperio actúa con impunidad militar en todas partes y todo el tiempo. Los tribunales internacionales son para los líderes derrotados, los vasallos que se han desviado del camino marcado, los gorilas insignificantes de los subordinados locales. No hay tribunales que juzguen la barbarie imperial, la violencia gratuita, el bombardeo masivo que mata repetidamente y es un aviso para los disidentes potenciales y a los pobres descontentos de quién es el jefe.

Dieciséis mil ataques aéreos a Irak durante el año 1999 no es suficiente. En el Nuevo Milenio hay más. No es suficiente que se arrodillen: la prostración total con la bota presionando sobre el cuello es la única solución para la "seguridad nacional" del imperio.

¿No son los ataques por bombardeo masivo y el saqueo económico una forma de barbarie, o es una cuestión de asegurar los valores democráticos?

Vivimos en una época de vulgaridad cultural: fusiones de miles de millones de dólares para que las mismas canciones suenen en 150 países. ¿Quién puede negar los avances de la tecnología, su contenido democrático?: tanto las chabolas como las mansiones reciben el mismo mensaje acerca de las virtudes del poder imperial.

Comentaristas académicos puede que se pregunten si la vulgaridad cultural es un acompañante necesario del imperio. ¿No se trata de esferas diferentes? ¿No es ser reduccionista? ¿No tiene la cultura popular un lugar propio? He aquí un monumento a la estrecha mente del mundo académico: si admitimos todas estas cualificaciones razonables y otros advertencias, desaparecerá el imperio y el crítico académico puede sentirse satisfecho de que no forma parte del amoralidad superior, de que no celebra a asesinos como héroes internacionales.

Plantándole cara a la Barbarie: ¿Qué se debe hacer?

En la discusión acerca de lo que se debe hacer frente a la barbarie imperial, es útil el recordar los últimos días del imperio romano, una época de tiranos, saqueo, corrupción y derroche abierto de riqueza frente a la miseria. Las similaridades con la barbarie moderna son evidentes, e igualmente lo son muchas de las respuestas que dan los que encuentran el imperio o algún aspecto de él igual de repugnante. Hay muchas y variadas respuestas a la barbarie imperial; dependiendo de la predisposición política y condición social de cada uno.

A los estoicos de entre nosotros los repugna la irracionalidad del imperio, su brutalidad militar y la amoralidad omnipresente. Sin embargo, sienten que son políticamente impotentes y que cualquier respuesta política es en vano. Se vuelven hacia pequeños círculos de amistad o de individuos que comparten las mismas ideas que ellos para mantener vivo la llama de la racionalidad. Mantienen sus lealtades personales dentro del sistema, con un mínimo de comodidad, lejos de los poderes imperiales y lejos de las masas degradadas. Sus discusiones, de un carácter filosófico abstracto, son toleradas e ignoradas por la élite, y son incomprensibles y remotas para las masas. En una palabra, viven por y para sí mismos.

Los practicantes de la meditación interna viven en un mundo espléndidamente aislado, cultivando su paz interior, persiguiendo su dieta personal y disfrutando de su renacimiento espiritual, mientras el imperio euro-americano destruye el mundo y miles de millones entran en las arcas de los plutócratas imperiales. Al igual que los estoicos los meditadores espirituales buscan un nicho en la maraña del sistema imperialista. Ya que no representan riesgo ninguno se les acomoda porque le dan un barniz plural a la fachada del imperio.

Los cínicos no niegan la barbarie sangrienta, la vulgaridad cultural y el saqueo depredador del imperio...solo que meten a las víctimas y los verdugos en el mismo saco: condenan tanto a las víctimas del imperio como a los depredadores imperiales como igualmente avariciosos. Para el cínico la diferencia entre explotado y explotador es sólo una cuestión de oportunidad y de circunstancias. Para el cínico la solidaridad social del explotado es un subterfugio ideológico de los débiles para buscar una ventaja con el fin de invertir los papeles. Los cínicos señalan las revoluciones fracasadas, la circulación de las élites, los explotados que se convirtieron en explotadores, las víctimas de genocidio que practican el genocidio para justificar su participación en el saqueo y meter su morro en el comedero del imperio.

Frecuentemente los cínicos son izquierdistas arrepentidos; su ocupación está especializada en dar testimonios desde dentro acerca de las perversiones de los movimientos liberación. Esta es una especialización que da unos beneficios lucrativos y no con poca frecuencia una cátedra en una prestigiosa universidad euro-americana.

Para el cínico la negación de todos los valores se convierte en un pretexto para perseguir su avaricioso necesidad de adquisición.

El pesirnista-oportunista es otro tipo de respuesta al imperio. Esta línea de investigación parece a primera vista criticar el imperio- describen el poder y las depredaciones del imperio, su capacidad de imponer su ideología e intereses a otros. Sin embargo, los pesimistas describen el poder del imperio con el fin de postrarse ante él. Para ellos el imperio es omnisciente y omnipotente, tanto es que nada puede hacerse excepto unirse a la orgía de consumo oportunista. El pesimismo radical es una forma de la conformidad conservadora. Los ideólogos del imperio no son contrarios a la creación de una plataforma menor de para los pesimistas con la esperanza de que su postura crítica atraiga una audiencia entre los jóvenes rebeldes y de que su pesimismo pueda desmoralizar, desorientar y desarmarlos.

Ser un rebelde arrodillado es otra de las respuestas al imperio. Hay intelectuales a los que les horroriza la ostentación de la riqueza en medio de la pobreza. El horror del neoliberarismo causa indignación ante las prácticas barbáricas del imperio. Esta indignación sin embargo está acompañada por un gemido cuando se trata de articular una alternativa. Después de todos los gritos indignados apelan a las élites para que cambien sus formas de vida. Las expresiones retóricas, la iluminación de las mentiras del imperio, se circulación de las élites, los explotados que se convirtieron en explotadores, las víctimas de genocidio que practican el genocidio para justificar su participación en el saqueo y meter su morro en el comedero del imperio.

Frecuentemente los cínicos son izquierdistas arrepentidos; su ocupación está especializada en dar testimonios desde dentro acerca de las perversiones de los movimientos liberación. Esta es una especialización que da unos beneficios lucrativos y no con poca frecuencia una cátedra en una prestigiosa universidad euro-americana.

Para el cínico la negación de todos los valores se convierte en un pretexto para perseguir su avaricioso necesidad de adquisición.

El pesitnista-oportunista es otro tipo de respuesta al imperio. Esta línea de investigación parece a primera vista criticar el imperio- describen el poder y las depredaciones del imperio, su capacidad de imponer su ideología e intereses a otros. Sin embargo, los pesimistas describen el poder del imperio con el fin de postrarse ante él. Para ellos el imperio es omnisciente y omnipotente, tanto es que nada puede hacerse excepto unirse a la orgía de consumo oportunista. El pesimismo radical es una forma de la conformidad conservadora. Los ideólogos del imperio no son contrarios a la creación de una plataforma menor de para los pesimistas con la esperanza de que su postura crítica atraiga una audiencia entre los jóvenes rebeldes y de que su pesimismo pueda desmoralizar, desorientar y desarmarlos.

Ser un rebelde arrodillado es otra de las respuestas al imperio. Hay intelectuales a los que les horroriza la ostentación de la riqueza en medio de la pobreza. El horror del neoliberalismo causa indignación ante las prácticas barbáricas del imperio. Esta indignación sin embargo está acompañada por un gemido cuando se trata de articular una alternativa. Después de todos los gritos indignados apelan a las élites para que cambien sus formas de vida. Las expresiones retóricas, la iluminación de las mentiras del imperio, se reemplazan por nuevas decepciones: la idea de que alguien, en alguna parte de la estructura de poder transformará la barbarie en un estado generoso de bienestar. Esta combinación de violenta indignación ante la barbarie con la apelación a la mala conciencia de los corredores de poder imperiales no es más que una pequeña molestia para el imperio: un argumento idóneo para un bestseller. Permite que la indignación de las clases educadas se disipe sin exigirles ningún sacrificio.

Además de estas variantes sobre la acomodación a la barbarie hay la respuesta heroica: la rebelión pírrica y el síndrome de Espartaco. En primer lugar ha de quedar claro que la respuesta heroica no se basa simplemente en un imperativo emocional. En parte está basado en una organización racional alimentada por un deseo prometeano de ir en contra del imperio no importa cuales sean las fuerzas impresionantes que estén de su lado, a pesar de su aparente dominio global. La respuesta heroica se basa en la comprensión de que el imperio no tiene raíces profundas: sus empresas y estados vasallos no han capturado el seguimiento de las masas. Al contrario, el saqueo constante y la manipulación, la degradación de relaciones culturales y personales ha creado un grupo grande de gentes desheredadas.

La rebelión pírrica es un intento de incendiar a esas masas con actos heroicos. La idea de que un acto heroico servirá para iluminar una parte vulnerable del imperio; que el sacrificio de individuos demostrará que los rebeldes están dispuestos a morir por su causa: el martirio se convirtió en una afirmación de rebelión y una negación del poder del imperio.

Los rebeldes pírricos sólo tienen éxito cuando son parte de movimientos de masa, en el caso contrario el imperio reemplaza un funcionario con otro y continúa.

El síndrome de Espartaco implica una rebelión popular a gran escala, no es un acto espontáneo fruto de la desesperación. El síndrome de Espartaco es una rebelión organizada desde abajo: golpea contra las indignidades e inseguridades diarias, provoca actos desesperados entre aquellos que han perdido el empleo y están en la calle y entre los que han sido desplazados de la tierra. Los otros - los intelectuales progresistas y las activistas sindicales - pueden ser atraídos a la acción pero sólo después de romper las barreras socio-psicológicas que informan a su pesimismo al que se enfrentan al llamado capitalismo global.

La confrontación con el imperio euro-americano implica una larga marcha compuesta de cambios fundamentales a nivel personal, social y político. Al nivel personal debemos intentar llevar una vida íntegra. Tenemos que poner en practica nuestros valores y, en primer lugar, desenmascarar nuestras propias mentiras. Necesitamos enfrentarnos al imperio en nuestra vida cotidiana. Cada día consumimos bienes que están fabricadas en condiciones abominables, cada semana pasamos por alto las noticias de una nueva intervención militar, una mega-fusión de corporaciones multinacionales y el despido masivo de trabajadores. Cada mes estudiamos el rendimiento de nuestros fondos de pensiones que están invertidos en la bolsa. Mientras en la esfera formal de la política pública protestamos, en la esfera privada somos cómplices de la nueva barbarie. Esta contradicción entre lo público y lo privado, entre la forma y el contenido da cuenta de la impotencia relativa de la oposición intelectual ante el imperio; la complicidad da lugar a la complacencia, una falta de voluntad para crear una alternativa republicana al imperio, porque somos uno y a la vez divididos y viviendo del imperio.

La ruptura personal señaliza una voluntad de efectuar micro- y macrotransformaciones: comunidad y solidaridad internacional. Entre las barreras se incluyen nuestras rutinas políticas de conformidad diaria; necesitamos conectar el malestar privado con los temas públicos... tenemos que convertimos en intelectuales públicos.

Sobre todo hace falta que conectemos nuestro trabajo con las luchas populares... no como estrategas ni como tácticos, sino como personas creativas y innovadoras, como educadores que complementan a los líderes naturales de los movimientos populares.

La solidaridad y el internacionalismo ya existen en las redes populares. Debemos unir nuestra comprensión del imperio a la consolidación y extensión de estas redes internacionales. Debemos tener el valor que se iguale a nuestro intelecto. Debemos manifestar nuestra solidaridad con aquellas regiones del imperio que ya están rebelándose. No debemos dejarnos intimidar por la retórica demonológica que condena a los rebeldes y revolucionarios más decididos. En una palabra, debemos ser parte del síndrome de Espartaco: nos rebelamos, luego existimos.


Caro Leitor, esperamos que a leitura deste artigo, apresentado ao VI Encontro Internacional das Revistas Marxistas, Setembro de 2000, tenha sido proveitosa e agradável.

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