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| La Organización Necesaria |
El Intento De Buscar Las Preguntas Correctas
Es Mejor Que El De Encontrar Las Respuestas SegurasBeatriz Abero
Beatriz_Abero@revistapraxis.cjb.net(Texto Original em espanhol)
Introducción
El presente trabajo, tiene un límite hacia afuera, parte desde la pregunta de si ¿es necesaria una organización revolucionaria?, lo que significa que se da por necesaria la revolución. Y tiene a la vez un límite hacia su profundidad, en la medida que entiendo que la misma supone colectivos, que a la vez de ser actuantes en realidades concretas, acepten el desafío revolucionario de ser elaboradores de una concepción – proyecto que dé a la lucha presente perspectivas de futuro, en el marco de un nuevo modelo de sociedad, estos colectivos hoy no existen y/o no se expresan como tales, orgánicamente.
Me interesa, hacer algunas apreciaciones en cuanto a como plantearse hoy un conjunto de problemas, que entiendo, con ese carácter, circulan en el ámbito de la militancia, de la izquierda en nuestro país.
Intento pensarlos desde un contexto, el Uruguay de hoy y desde una izquierda, la actual. Tratando de ver las formas de categorización que se adecuan mejor a un posible encuentro de soluciones. Desde allí yo formularía las siguientes interrogantes: ¿Necesita la sociedad de una organización revolucionaria?¿Necesitan los revolucionarios organizarse? Si respondemos que sí, ¿qué organización es necesaria? ¿Qué caminos transitar para responder a estas preguntas?
No pretendo desde aquí responder categóricamente a estas interrogantes.
Sin embargo entiendo que estas son las formas que deberían tomar las interrogantes que habría que hacerse y en estos términos. Insisto en esto, por que tengo la convicción, de que formularse las preguntas correctas es parte del camino hacia las respuestas adecuadas.
A esto agrego que las respuestas, que pueden luego llevar a generalizaciones, deben partir del análisis de la realidad concreta y sus representaciones predominantes. Sin embargo lo particular debe articularse con lo universal, es esto lo que le da validez y permite el tránsito hacia lo teórico.
Tránsito que es condición para tomar distancia, mediante el análisis crítico, de posiciones pragmatistas y empiristas, que hoy, entiendo, son mayoritarias en la izquierda uruguaya, y que impiden sostener una perspectiva necesaria y posible que reconstruya –construya, un horizonte a las batallas presentes, puntuales, a través de un proyecto que apunte a la superación revolucionaria del capitalismo en su versión contemporánea. Que no por contemporánea, claro está, ha podido resolver los problemas estructurales al sistema, que originaron desde sus comienzos la necesidad de su superación.
De lo anterior derivo la necesidad de la organización como articuladora de ese horizonte, a los diferentes espacios donde actúan y piensas los sujetos constructores de la misma, pero a la vez dicha organización solo se puede gestar en el marco de la articulación del proyecto que ella construye y la construye.
Señalo, por otra parte, que las denominaciones cuidadosas y que mejor se adapten a la verdadera búsqueda son importantes, en un doble sentido, por un lado expresan desde dónde se hacen las preguntas, quién se las hace, y por el otro delimitan al interior de qué colectivo se formulan, hacia qué "otros" van dirigidas.
Todo nombre instituye una representación de lo real y toda representación es de origen social. Por lo tanto temporal y de clase. Pero no podemos desconocer tampoco, que toda representación tiene una fuente en lo imaginario, en lo inconsciente. Y este componente imaginario no cumple solo y necesariamente una función negativa, (de enmascaramiento de la realidad) "por un lado porque los hombres llegan precisamente a resolver los problemas reales, en la medida en que los resuelven, solo porque son capaces de lo imaginario; y por otro lado, que esos problemas reales no pueden ser problemas (.....) sino en función de un imaginario central de la época o de la sociedad considerada". 1 Recordemos que Marx concibe el fetichismo (lo imaginario) de la mercancía "como una condición indispensable para que funcione el sistema de la mercancía, no como mera superestructura de enmascaramiento." 2
En este caso en particular, comienzo por referirme a la denominación, que frecuentemente se hace, del problema de la "organización" desde una terminología, que expresa a la vez una forma particular de la misma, como "el problema del partido". Esta forma particular de nombrar el problema inviste, al problema, a quién lo plantea y a quién va dirigido, de una unidad "a priori", propia de un código comunicacional. Reductor a mi entender del conjunto de los sectores involucrados en él, por razones históricas y sociales y que tienen interés, tácito o expreso, en resolverlo desde una visión revolucionaria. Esta reducción, en el marco de una reflexión, que pretenda ir a la raíz del problema, además de arbitraria y tal vez inconsciente, obstaculiza situar el debate en las coordenadas de amplitud necesarias para su profundidad.
Es algo así como obligarnos a compartir, sin enunciarlo, un rito iniciático, que delimita mágicamente, la pertenencia al grupo autorizado a debatir, antes de delimitar racionalmente dicho grupo. Esto es grave cuando el contenido de esa delimitación forma parte de lo que está en debate. Es como decirnos "Conviértete en lo que eres" y de esa forma resolverás el problema.
Me parece pertinente, a este respecto incorporar algunas conceptualizaciones que incorpora Pierre Bourdieu en torno a lo que llama el "mercado lingüístico", donde, señala que ciertas denominaciones "pueden funcionan como un capital lingüístico que produce, en cada intercambio social, un beneficio de distinción." 3
La elección de la denominación "[...] anuncia e instituye al grupo su identidad [...]"4 y cuando es por esa identidad que nos estamos preguntando, es conveniente que el lenguaje tome distancia de la mayor cantidad de preconceptos posibles para que la crítica sea real. De no ser así, la denominación establece una frontera, y esta frontera, establece la identidad de aquellos que se preguntan legítimamente, como autorizados a formularse la pregunta. Pero crea al mismo tiempo un cerco que deja afuera a los "no involucrados" por carecer de las "condiciones necesarias de legitimación" para formar parte del grupo identificado, autorizado-autorizante y por lo tanto autoridad por y desde la denominación. Por otra parte limita, a los "autorizados", el alcance de la pregunta, en tanto estrecha, el campo del análisis y demás está decir la diversidad de los caminos para buscar la respuesta.
En el mismo sentido, el de iniciar a vislumbrar, puntos de vista, categorizaciones, que entiendo debemos plantearnos, me gustaría citar el análisis de Cardan publicados en la revista del grupo Socialisme ou Barbarie, donde este autor intenta abordar, desde el ángulo marxista, el concepto de "institución".
Debo puntualizar, que entiendo compatible el planteo con objeto de mi reflexión, en la medida que entiendo a una organización revolucionaria y/o de revolucionarios, como una institución. Desde el análisis institucional, en toda organización, en tanto institución, existe lo "social instituido", es decir lo ya sancionado, aceptado y expresado, normas que garantizan su funcionamiento, acuerdos compartidos por todos los que pertenecen a ella. Pero a su vez, existe lo "social instituyente" que son los procesos y momentos de cambio, donde el colectivo actúa sin intermediarios, son procesos de búsqueda y de construcción, entiendo que una organización carente de estos procesos es una organización que está muerta y mucho más si es una organización política. Pero atendamos al hecho de que si lo instituyente existe, solo puede existir en medio de la diversidad, de la diferencia y hasta de la confrontación.
La dialéctica de lo instituyente y de lo instituido según Cardan se desarrolla así: " Hay lo social instituido, pero esto presupone siempre lo social instituyente". En épocas normales, lo social se manifiesta en la institución; pero esta manifestación es verdadera y a la vez falaz en cierto modo como lo indican los momentos en que lo social instituyente irrumpe y emprende su tarea sin intermediarios; los momentos de revolución. Pero esta tarea apunta inmediatamente a un resultado: darse de nuevo una institución para existir en ella de manera visible; y cuando esta institución queda planteada, "lo social instituyente" se aparta, toma distancia, se encuentra ya también en otro lado. " 5 Sin los procesos instituyentes la organización no se crea, o deja de tener sentido que exista, sin lo instituido la organización no sobrevive. Para Cardan, entonces "La institución es un circuito simbólico, socialmente sancionado, en el cual se combinan, en proporciones y relaciones variables, un componente funcional y un componente imaginario. La alineación es la autonomización y el predominio del momento imaginario de la institución, lo cual entraña la autonomización y el predominio de la institución respecto de la sociedad. " 6
Entiendo que este análisis permite hacer objeto de estudio aspectos que, en virtud del peso de la historia, compartida o no, en el marco de distintas organizaciones, se dan por "naturales", ya confirmados o, aun por rechazados, sin atender a más razones, que su posible nivel de efectividad en el cumplimiento de sus fines. Quiero con esto decir que el análisis no incluye, entre otros al analista y al propio análisis como objeto de la reflexión. Eliminando el pensar dialéctico, si como dice Habermas la dialéctica "no significa aquí otra cosa que la tentativa de entender el análisis como parte del proceso social analizado y como su posible autoconciencia crítica, [...]" 7
Ante la crisis de las formas de organización clásicas, de las cuales la mayoría de los militantes participamos en algún momento, creo que, leer el fenómeno desde la ausencia de "lo social instituyente" a la interna de las mismas, puede ayudar a explicar y a repensar, la necesidad de la organización y de serlo, a la construcción de la organización necesaria. Hacerlo con relación a la sociedad en la que se constituye y sobre que procesos de constitución es posible concebirla.
En algún sentido creo que la crisis, desde esta lectura, estaría expresando esa "autonomización" de la realidad, de la sociedad, vinculada a ese predominio de lo que la organización quiere ser, cree ser, aspira a ser (lo imaginario), respecto de lo que realmente es, necesita ser y desde que lugares y procesos se construye.
Imaginario que sin duda tiene que ver con un constructo que fue o se creyó, exitoso en el pasado, cuyo fracaso, por razones fundamentalmente afectivas-inconscientes no se puede metabolizar, y opera entonces un mecanismo de negación, que en el caso más serio niega el fracaso mismo, y en el de mayor honestidad puede llevar a plantear erróneamente los ejes del mismo.
Tomar en cuenta el papel de lo imaginario-inconsciente; tanto en su sentido negativo, de ocultamiento, como positivo, de postular lo posible como meta a realizar, permitiría desmitificar nuestro propio lenguaje y categorías de análisis. Correr así el cerco de lo permitido y no permitido, a la vez que proyectar la meta. Asumiendo su carácter de tal, siempre y cuando sea mediada por la acción de hombres y mujeres quienes, a la vez que, conscientes y comprometidos, estén ilusionados, enamorados desde lo inconsciente, desde el deseo, de conquistar dicha meta. Sujetos capaces de pasar de la aceptación de lo instituido, el momento de la alienación, a la crítica, momento de la conciencia, y de la crítica al protagonismo, momento de la ilusión, del deseo.
La situación presente: Organización y Política
Mirando la situación presente de las organizaciones del movimiento popular en nuestro país, no podemos evitar pensar, que en ellas se está desarrollando aceleradamente, un proceso que nos atrevemos a llamar de "despolitización". Hace unos años hablábamos alarmados de "desideologización" e intentábamos pensar sus causas y a la vez generar procesos de debate que permitieran, su reversión. Creo que, el primer proceso visualizado en el tiempo, incluía, desde su inicio, el que es, actualmente, más preocupante, su despolitización. Preocupante porque, en el intento de ahondar en problemas de "organización" u "organizativos", debemos recordar siempre que en esencia son problemas políticos y no meramente de forma o estructura.
Seguramente algunas de las claves para explicar la actual situación tienen que ver con nuevas facetas de la realidad que no se han sabido abordar adecuadamente y que llevan a un desencuentro entre el lugar y la formas desde donde se gestan los protagonismos colectivos, procesos instituyentes de los que hablábamos en la nota anterior y las organizaciones históricas, lo institucionalizado, que los han representado globalmente.
La frustración del proceso de actualización del Frente Amplio, que terminó siendo sólo un enunciado, anuló la posibilidad de una actualización programática capaz de producir un verdadero proyecto progresista alternativo. Pero a la vez desmotivó y en consecuencia desactivó toda posible organización de la participación de diversos actores colectivos, que seguramente tenían y tienen mucho que aportar, desde su diversidad y multiplicidad. La resolución de las diferencias y la toma de decisiones, desde los acuerdos en la dirección del Frente Amplio, desde los "orgánicos", frenan los procesos de democratización de esa organización y desactivan la participación ciudadana. La consecuencia, creo, es la desvalorización de, "la política en tanto espacio público para el debate de ideas y para la decisión colectiva e informada acerca de lo que a todos concierne". "Sobre la actualización del Frente Amplio y las urgencias de la izquierda" Tesis XI Nº 6.
Consecuencia que tuvo su manifestación mas clara en la presente – ausente última campaña electoral. No se tomaron iniciativas para promover la participación y discusión de los montevideanos, en nuestro caso, sobre los ejes de un proyecto político programático de gobierno, articulador de las visiones y propuestas de organizaciones zonales, barriales, de género, etc., que existen y tienen mucho que ver con la política del gobierno de la izquierda en Montevideo.
Si miramos la situación de las organizaciones sociales, como expresión del movimiento popular, tampoco encontramos espacios articuladores de la participación y gestores de un proyecto alternativo, ni en su forma, ni en su contenido. Pensemos nada más, en los actores históricos fundacionales, el movimiento estudiantil y sindical. En cuanto a las nuevas formas de organización de los actores sociales para la batalla contra el sistema, la preocupación por su articulación no ha sido ni siquiera, entiendo, formulada y tomada con responsabilidad.
El movimiento estudiantil desarticulado y casi ausente, a pesar del cada vez mayor rechazo generalizado de los jóvenes a todas las políticas que desde el poder se promueven y los afectan; las del sistema educativo, las de sus perspectivas laborales y profesionales, las de su papel como ciudadanos responsables y activos en la toma de decisiones, tampoco logra ir más allá de las reivindicaciones concretas, desarticulados y fracasadas, que llevan a una actitud de enguetamiento por disconformidad con el resto de la sociedad y de apoliticidad por distancia que es en el fondo, como toda apoliticidad, reaccionaria. Sin poder disparar un debate político, sin duda complejo, que redunde en fortalecimiento organizativo e iniciativa, frente al conjunto de la sociedad.
Si atendemos al otro gran bastión, producto y productor de organización y alternativas del proyecto popular, el movimiento sindical, la situación es alarmante. No se ha logrado, más allá de las intenciones, reconstruir las bases de la organización sobre las nuevas realidades de los trabajadores, su constitución e integración, sus sectores activos y desocupados, sobre los nuevos marcos estatales y privados de lucha y negociación, sobre las nuevas necesidades del conjunto de la sociedad, que la organización debe sin duda expresar, en el marco de una perspectiva general que, representando a los sectores, sea de conjunto y no sectorizada. Para esto, no habría que abordar la tarea de su reestructura subordinada a una posible correlación de fuerzas resultante de la misma. Hay que pensarla, desde una análisis de la diversidad actual de la composición de la clase, de sus fortalezas y debilidades. Pensar cómo articular desde la situación de desarticulación, que el modelo productivo promueve en el marco de la transnacionalización.
Por otra parte, los altos niveles de desocupación, aumentan el número de individuos del "ejército de reserva. Este fenómeno, estructural del sistema capitalista, hoy sin duda se ha agudizado, e incentiva el lado negativo de la relación entre los trabajadores, que ya Marx en el Manifiesto Comunista, señalaba, "la competencia", lo que debilita su organización. Pero, a la vez que socava la legitimidad de la dominación capitalista. El proceso inverso, al decir de Marx "la unión revolucionaria mediante la asociación", se desarrolla desde el "ejercito activo", (trabajadores ocupados) y reduce la capacidad de apropiación capitalista del excedente.
Ambos fenómenos generan pérdida del poder de la clase dominante, o por que minan su legitimidad, o por que aumenta el poder de resistencia a los niveles de explotación.
La acumulación capitalista necesita de la competencia de trabajadores activos y desocupados, la acumulación para los trabajadores está en su asociación. Pero en tanto, que esto es así en largos períodos de tiempos, en tiempos y espacios particulares, el resultado es imprevisible, lo que da continuidad al proceso de acumulación son los niveles de conciencia y organización que las batallas particulares dejan como sedimento. Pero estas organizaciones a la vez serán organizaciones vivas, en tanto sean capaces de disparar y contener, procesos de participación diversificados, aun a costa de su desestructuración-estructuración permanente.
El momento en que Marx describe esta relación, entre ejercito activo (ocupado) y de reserva (desocupados), contaba con dos ventajas adicionales a las premisas del modelo, una era la alta concentración de obreros industriales y la otra, la circulación más o menos continua de los individuos de uno a otro. Sin embargo yo entiendo que; la ausencia, de las grandes concentraciones de la clase en los centros industriales de producción, lo que la desconcentra y diversifica en su integración, genera nuevos lugares de desarrollo para sus "núcleos duros" al incorporar variables como, las formaciones técnico profesionales (trabajadores con formación altamente profesional, incluso universitaria), unida a una circulación distinta, tipificada por diferencias de género, de edad, ramas, entre otras, no altera las bases sobre las que se sustenta la unidad de los trabajadores, solo obliga a desprendernos de pre-conceptos que impiden asumir cuales son los desafíos presentes. Por otro lado, la destrucción del aparato productivo nacional, barre del mapa social a sectores de pequeños industriales, productores rurales, carentes no solo de capital, sino además de capacidad de propuesta e iniciativa, producto de su origen y de su incapacidad de pensarlas fuera del sistema. Estos sectores por su situación objetiva son desplazados, y son aliados potenciales de un proyecto contrahegemónico.
Las dificultades aumentan, por otra parte, cuando, como en la actual situación del movimiento sindical, se carece de una estrategia para el cambio social que permita la defensa de los intereses del movimiento en su conjunto, no se tiene claro siquiera cuál es el "conjunto". Y cuando, además no está presente, en la dirección del movimiento un debate político, democrático y sin prejuicios, en torno a estos temas. Predominan globalmente expresiones de una concepción reformista, más allá de intenciones y manifestaciones demasiado frecuentes en sentido contrario, aunque poco objetivadas en acciones concretas.
Volvemos entonces, al tema de la necesidad de la organización revolucionaria. No parece haber condiciones para su gestación, en el marco de organizaciones populares despolitizadas, que más bien parecen sustentarse, en un nunca expresado presupuesto, el de que la agudización de la miseria, la desocupación, y las luchas más o menos enérgicas, más o menos organizadas, que desencadena, unidas a reflejos del pasado en la memoria colectiva, socavan de por sí las bases del sistema. Por eso no se piensa en como dar expresión y síntesis política al movimiento, porque en este marco, el movimiento es todo, concepción clave para entender también lo que ocurre a nivel del movimiento estudiantil antes mencionado.
Estos presupuestos no expresados tienen sin duda muchas explicaciones, yo jerarquizo dos que deberíamos atender. La primera es considerar hasta que punto los fuertes lazos entre movimiento y organizaciones políticas en el pasado subordinaron el movimiento a los intereses de las organizaciones, y hoy, no sin razón, nos negamos a reiterar esa experiencia, por que entre otras cosas, no impidieron los matices reformistas del movimiento, que era lo que se suponía debía impedir. Se minimiza entonces, lo político y la organización política, o se lo piensa exclusivamente como un "marco" o un "techo", no como condición y sobre todo, nunca como relacionante de las acciones particulares al marco general, aspecto vivenciado como, "control". Se habita cómodo en el reino de la autonomía de los dirigentes, de los sindicatos, aunque la contrapartida sea el aislamiento, la desarticulación y a la larga la pérdida del poder que da la unidad y la colectivización de los procesos.
La segunda consiste en no priorizar, en el análisis de la sociedad contemporánea, el peso cualitativamente mayor que tienen los aspectos culturales, valores, hábitos, prioridades, en la determinación de los intereses, identidades y visiones de los individuos. En como en ese terreno está presente una batalla ideológica permanente, donde el imperialismo ha perfeccionado sus mecanismos de difusión y control, sin que nosotros estemos a la altura del desafío en la construcción de una contracultura. En el marco de una cultura globalizadora, aunque no integradora, lo que se globaliza es la "renovación conservadora", que atenta contra las ricas identidades y tradiciones, construidas por los movimientos populares. Si hay que devolverle a la cultura popular su "utopismo reflexivo", debemos construirlo, como señala Bloch "en virtud de un pleno conocimiento anticipado y consciente de la tendencia objetiva de una época". Partiendo de la herencia presente en la memoria colectiva, enriquecerla, actualizarla y reconstruirla, con protagonismos y organizaciones, desde las condiciones presentes, pero también, desde una perspectiva de futuro, que sea tal, para individuos, socializados y culturizados en los procesos presentes, nuevos, diversos, contradictorios y en demasiados aspectos, desconocidos, cuando no negados por la izquierda nacional e internacional.
Uno de los aspectos que entiendo debemos mirar autocráticamente en nuestra concepción pasada-presente de la organización es lo yo entiendo es la concepción estructuralista-funcional.
Parafraseando a Piaget, cuando analiza ciertos momentos del desarrollo colectivo, no se pueden pensar los estados, momentos y las transformaciones que llevan a esos momentos a la vez, entonces, se piensa el momento. La forma estructural concreta, y no el proceso que la construye- desconstruye a la y por lo tanto, no se ve a la estructura(normas de funcionamiento, división de tareas, control, etc) como producto de un proceso cambiante por la propia actuación de la organización. Es así que el funcionamiento acorde a las normas se prioriza al poder transformador de la misma. Pero por otro lado La organización realiza tareas compartimentadas, y mide su optimización en virtud de su cumplimiento, perdiendo en los compartimentos la visión del todo, quedando por lo tanto incapaz de comprender y transformar la realidad. Pasando a ser su objetivo su propia sobrevivencia.
Esta visión coincide con lo que Zarifián denomina la racionalidad analítica. "Todo sucede como si el sistema no tuviera otra función que la de conservarse a sí mismo. Se transforma para conservarse en su constitución interna. La dinámica es a la vez reconocida y negada. Es reconocida en el sentido de que se admiten las variaciones del sistema con el transcurso del tiempo. Es negada en el sentido de que estas variaciones están orientadas con una tendencia a la estabilidad que anula el tiempo."8 Esta racionalidad analítica descompone los procesos en acciones independientes, desconectadas.
Para conectar estos procesos la organización centraliza en una dirección (centralismo-democrático), esta conoce la totalidad, y está entonces en poder de determinar las estrategias y tomar decisiones generales. Pero entonces. Quienes actúan – conocen las situaciones concretas, pierden la visión del todo y quienes organizan la visión total, están alejados de la realidad, conocida a través de tentáculos, vivos en tanto actuantes, pero necesariamente corporativistas por su lugar en la organización.
Es evidente, creo que por otra parte esa concepción, limita la posibilidad de que los procesos instituyentes circulen en la organización, pero además impide a quienes están en condiciones de desencadenarlos, hacerlo por razones de funcionamiento, atentan contra la organización, fraccionan y por lo tanto no son aceptados como legítimos dentro de la misma. Esto se expresa en la formulación "organización revolucionaria", es la organización la revolucionaria ¿y sus miembros?¿Pasan a serlo en forma automáticamente cuanto se integran.? ¿Los que no la integran no lo son?.
Como dije al comienzo el intento es plantear los problemas más que resolverlos pero es claro que no podemos seguir pensando en la organización identificada a "centralismo democrático", por la actual crisis de las mismas es tácticamente adecuado generar procesos instituyentes más que defender lo instituido. Tal vez algo más parecido a la formulación "organización de revolucionarios" que a la vez que reconstruyen la perspectiva, construyen dialécticamente la "organización revolucionaria"y estratégicamente hay que pensar una organización, siempre como síntesis política de un momento del desarrollo de la clase, pero en la medida que la propia acción de la organización, cambia la situación de la clase, debe ser siempre pensada para perecer (en sus expresiones concretas) a la vez que para sobrevivir. Esto significa anular la compartimentación en la comprensión de la realidad y con ella la centralización de las decisiones." ¿Es posible una organización que al decir de los físicos incorpore el caos como parte del orden?
Bibliografía
1 -
P. Cardan "Marxismo y Teoría Revolucionaria ". [ Voltar ]2 - P. Cardan "Marxismo y Teoría Revolucionaria ". [ Voltar ]
3 - P. Bourdieu "¿Qué Significa Hablar?", Akal/Universitaria 1985. [ Voltar ]
4 - P. Bourdieu "¿Qué Significa Hablar?", Akal/Universitaria 1985. [ Voltar ]
5 - Socialisme ou Barbarie No 39. [ Voltar ]
6 - Socialisme ou Barbarie No 39. [ Voltar ]
7 - J. Habermas "La Lógica de Las Ciencias Sociales", Tecnos 1996. Se tomaron conceptos aunque no referencias a texto expreso de R. Lourau en "El Análisis Institucional", Amorrortu Editores 1991. [ Voltar ]
8 - P. Zarifián "El Trabajo: del Modelo de la Operación al Modelo dela Acción", Serie documentos de trabajo. No 7 Universidad de la República. [ Voltar ]
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