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Ponencia al IXo Encuentro del Foro de São Paulo |
Luis Bilbao
Luis_Bilbao@revistapraxis.cjb.netComité Ejecutivo Nacional, Unión de Militantes por el Socialismo, Argentina
(Texto Original em espanhol)
Desde Argentina, la Unión de Militantes por el Socialismo envía un saludo fraternal y revolucionario a integrantes y participantes de esta novena asamblea del Foro de São Paulo.
Este Encuentro tiene lugar en un mundo radicalmente diferente al de 1990. Sea que se tome como límite el default ruso de agosto de 1998, o la guerra contra Yugoslavia y la metamorfosis de la OTAN en marzo/abril de 1999, lo cierto es que con estos acontecimientos se ha cerrado la etapa abierta simbólicamente cuando cayó el muro de Berlín. Ha terminado la capacidad subjetiva y objetiva del imperialismo de sostener la iniciativa en todos los terrenos e infligirnos los más duros golpes sin que América Latina y el Caribe - y lo mismo vale para el resto del planeta - pudiera frenar la ofensiva devastadora del gran capital.
Diez años atrás, cuando el PT de Brasil convocó a un Encuentro de Partidos y Organizaciones de Izquierda de América Latina y el Caribe, tuvimos la certeza de que quienes respondíamos a aquel llamado estábamos abriendo un camino en la espesura de dificultades sin precedentes para los luchadores por la libertad y la plenitud de la humanidad.
En tales circunstancias hubo en San Pablo un pronunciamiento común de explícito contenido antimperialista y anticapitalista, una reafirmación estratégica del socialismo; debatimos en un clima de camaradería y respeto mutuo, expusimos ópticas marcadamente diferenciadas en más de un terreno pero logramos una declaración final por consenso, que permitió la afirmación de una instancia regional sin precedentes.
Transcurrida una década hay buenas razones para reafirmar y también para cuestionar aquella certidumbre respecto del primer Encuentro. El saldo no es jamás definitivo cuando se trata del devenir histórico. Es inequívoco y sin duda trascendental el signo positivo de aquella determinación de alcance latinoamericano-caribeño; tanto más cuando ha podido sostenerse y ampliar su campo de gravitación a lo largo de la década más reaccionaria del siglo. A la vez, no es menos cierto que el lugar del FSP en la historia de nuestros pueblos será el que sepa ganar ante esta segunda instancia decisiva desde su fundación: si en 1990 la opción era asumir o no la continuidad de posiciones antimperialistas y anticapitalistas cuando partidos, intelectuales y dirigentes sociales pasaban en masa al bando contrario, hoy el desafío estriba en afrontar o no la nueva realidad, la nueva etapa histórica, que tenemos a la vista.
La victoriosa contraofensiva capitalista ha desembocado en un punto previsible - y previsto - cuando se hallaba en su cenit. Lejos de consolidar un "nuevo orden mundial" (como se decía hacia 1990) signado por la paz, el desarrollo económico y la profundización de la democracia (otro espejismo de aquellos momentos), la derrota impuesta a las masas trabajadoras de casi todo el mundo y el inconmensurable costo humano que esto conlleva, ha puesto al mundo ante un agravamiento acelerado y potencialmente descontrolado de la situación en todos los planos. En lugar de nuevo orden cunde el desorden capitalista (guerras, hambre, miseria, colapsos bursátiles, confrontación entre los tres centros imperialistas e incapacidad de la superpotencia estadounidense para imponer su hegemonía); en lugar de crecimiento se ha asistido al derrumbe de todas las ilusiones puestas en fantasías tales como los tigres asiáticos, la restauración del capitalismo en la ex URSS o el "socialismo de mercado" en China; y a cambio de la alegada profundización de la democracia (negada ante todo por el crecimiento en flecha de la miseria, la desocupación, el analfabetismo y la marginalización masivas), se avanzó incluso institucionalmente en sentido contrario y nuestra región ya está de lleno en una fase opuesta a la signada por la instalación de gobiernos constitucionales. Esta nueva fase se expresa por vías disímiles y, todavía, con trazos confusos; pero como factor común está la imposibilidad de sostener la ficción democrática a partir de un sistema socioeconómico cuya crisis se ha agravado sin pausa y continuará rodando por esa pendiente. En nuestra opinión, ante los partidos y movimientos integrantes del Foro de São Paulo está planteada la alternativa de asumir - o no - el combate por recuperar la iniciativa en todas las esferas.
Dos acontecimientos indican por vías diferentes la imposibilidad de sostener los actuales mecanismos de dominación: la revolución política que ha cambiado de cuajo la situación en Venezuela - hasta el momento de manera institucional y pacífica - y la insurrección de masas en Ecuador, vencedora en la instancia primera de toma del poder y frustrada de inmediato por imposibilidad de responder a la fulminante contrarréplica timoneada por el imperialismo estadounidense. En ambos países asistimos a los efectos de las mismas causas que en todo el hemisferio han provocado, como mínimo, el vaciamiento de instituciones cuyo intolerable grado de putrefacción alarma a los estrategas del capital.
Limitándonos a nuestra región, estos hechos muestran adónde ha llevado la victoria supuestamente definitiva del capital y prueban que durante la última década, aún sin una estrategia común de resistencia por parte de las clases y los pueblos victimizados, el sistema capitalista ha sido jaqueado y minado por la lógica de sus propias leyes, al punto de ponerlo en el umbral de lo que sus más conspicuos representantes denominan "vuelta a la economía de la gran depresión".
¿Qué es lo nuevo que comienza en el escenario internacional en coincidencia con el décimo año de existencia del FSP? Allí, en la definición de los rasgos y perspectivas de esta nueva etapa, en la asunción de una estrategia común para afrontarla - a partir de reconocer diferencias cuya hondura no deberían ocultarse, tanto menos por la vía de definiciones generales que en ningún caso pueden ser compartidas por todos los componentes del FSP - reside el desafío de este noveno Encuentro.
Ya se ha configurado un nuevo cuadro internacional
No es preciso en esta oportunidad extenderse en un informe detallado de la realidad económica y política planetaria. Presentamos documentos con ese carácter a los Encuentros de México (1991), La Habana (1993), Montevideo (1995) y Porto Alegre (1997) (1 ). Justamente porque la nueva situación exige una respuesta urgente y dado que, en nuestra opinión, el curso de los acontecimientos está en línea con aquellos análisis, nos limitamos aquí a exponer aspectos inmediatamente verificables del acontecer internacional que para la UMS constituyen lo fundamental de la nueva etapa y reclaman un accionar conjunto de las fuerzas integrantes del FSP.
He aquí, en apretado resumen, los datos que configuran la nueva situación:
reaparición, con mayor vigor y en un cuadro incomparablemente más grave, de la crisis estructural del capitalismo en los países centrales. Esto se manifiesta circunstancialmente con la imposibilidad de Japón de salir de la recesión, el estancamiento de la economía europea y los anuncios de finalización del artificialmente prolongado ciclo de crecimiento estadounidense. Todo ello manifiesto por el momento en dos planos principales: endurecimiento extremo de la guerra comercial entre los tres centros imperialistas y megafusiones de empresas con neto predominio de capitales estadounidenses en el nuevo posicionamiento;
como parte inseparable de ese fenómeno, trepidan en la coyuntura mundial, con ominosos pronósticos de corto plazo, la imposibilidad de China de sostener la marcha hacia el predominio del mercado en su economía sin devaluar el yuan (además de una serie de medidas de enorme impacto interno) y el punto igualmente insostenible - aunque en un cuadro y por razones completamente diferentes - alcanzado por la crisis económica en India;
la imposibilidad de un tránsito pacífico al capitalismo en los países antes denominados socialistas en el Este y Centro europeos ha dado lugar a cambios que pueden resumirse en tres hechos cardinales: el viraje de Rusia tras la cesación de pagos en 1998 (que incluye la preponderancia del ejército en el esquema de poder; la asunción de posiciones explícitamente autoritarias, belicistas y ultranacionalistas; y el afianzamiento de la alianza estratégica con China); la extensión de la OTAN hacia el Este con la incorporación de Polonia, República Checa y Hungría; la guerra contra Yugoslavia, dos hechos estratégicamente apuntadas al replanteo de la confrontación entre el imperialismo y los países antes llamados socialistas;
la transformación de la OTAN de estructura regional defensiva en aparato ofensivo con jurisdicción planetaria y bajo el exclusivo e inapelable mando de Washington;
el consecuente vaciamiento y desaparición en los hechos de las Naciones Unidas, en un fenómeno análogo al que tuviera lugar cuando la Alemania de Hitler desconoció a la Sociedad de las Naciones;
otro factor de múltiple y sostenido impacto a escala mundial es el colapso sufrido por los llamados tigres asiáticos. Si en términos objetivos éste clausura un ciclo de desarrollo ficticio en función de las necesidades de contrarrestar la caída de la tasa de ganancia en los centros metropolitanos (por vía de la decuplicación de la explotación de la fuerza de trabajo desplazando importantes áreas de la producción a países subdesarrollados y sin movimientos obreros estructurados), desde el punto de vista subjetivo golpea sobre amplios sectores del activismo y la intelectualidad que encontraban en ese fenómeno - para ellos expresivo de la vitalidad del capitalismo - un fundamento fáctico para justificar el abandono de toda estrategia de revolución social y la adopción de posiciones procapitalistas;
como corolarios primeros de este colapso sobresalen la caída de la dictadura y el comienzo de una revolución en Indonesia; la polarización social y drástica radicalización del movimiento obrero sudkoreano y la reaparición, con extraordinario vigor, de un sentimiento antimperialista en las masas de toda la región;
ese sentimiento encarnado en decenas de millones - y especialmente en la juventud - avanza desde hace tres años de Oriente a Occidente, disuelve en minutos conquistas contrarrevolucionarias del capital logradas en las dos últimas décadas y replantea todos los términos de la situación internacional;
una expresión diferente del mismo fenómeno se vio en Seattle, cuando 100 mil manifestantes convirtieron la reunión de la Organización Mundial de Comercio en una denuncia del malestar imperante en los países centrales. Esta formidable movilización reafirma la noción a menudo olvidada de que allí donde más poderoso es el capital, más poderoso es el enemigo que engendra. Objetivamente, los y las manifestantes en Seattle son aliados - y de la mayor importancia - para las luchas de nuestros pueblos. Esto no debiera ocultar el hecho de que la ausencia de una política independiente mezcla las legítimas reivindicaciones de obreros, campesinos y jóvenes que tan combativamente se expresaron en Seattle con posiciones de tipo proteccionista, basadas en la ilusión de un capitalismo próspero, opuesto al internacionalismo proletario y, por lo mismo, pasibles de ser manipuladas y eventualmente arrastradas hacia posiciones chovinistas y xenófobas. Esta es una razón adicional para que nuestro Foro tienda una mano hacia aquellas fuerzas y les proponga un programa y un plan de acción comunes;
en consonancia con ese nuevo cuadro objetivo y subjetivo, el mal llamado neoliberalismo se muestra agotado como cuerpo conceptual y como receta económica; el mundo asiste hoy a una carrera grotesca de teóricos y políticos a la búsqueda de un reemplazo del altar ante el cual se arrodillaron durante los últimos 20 años los defensores del capital y quienes - por confusión o conveniencia - se les sumaron. Lo más original que ha aparecido hasta el momento es el rescate de la fórmula keynesiana. Académicos con bruñidos laureles ensayan - a la vista de todo el mundo y sin pudor - una combinación equilibrada de las ideas del economista de Cambridge con los hasta hace poco irrebatibles postulados de la escuela de Chicago;
como manifestaciones superestructurales de este fenómeno se asiste a intentos de recomposición del NOAL y, sobre todo, a la significativa irrupción de la OPEP con medidas que afectan ya en grado sumo a la economía imperialista y se harán sentir aún más en el futuro inmediato;
entre abundantes ejemplos de esta radicalización antimperialista que no es el caso detallar aquí, destaca la revolución política en Venezuela, encabezada por el ex teniente coronel Hugo Chávez. La desintegración de la socialdemocracia y el socialcristianismo venezolanos es apenas un tenue anuncio de la putrefacción de estas estructuras en toda América Latina. Es también un toque de atención respecto de la inexistencia de fuerzas clasistas y socialistas con inserción y autoridad de masas para encauzar la crisis generalizada. Pero la política internacional de Chávez - en primer lugar su decisiva actuación para recomponer el bloque de países exportadores de petróleo, pero también el giro geopolítico que imprimió a la región con su aproximación a Brasil y la decidida voluntad de avanzar en la unificación de un mercado latinoamericano-caribeño en oposición a la estrategia estadounidense - así como los pasos dados en el plano interno, consolidan la afirmación de un nuevo escenario político mundial;
en otro cuadro y por vías diferentes, la insurreción en Ecuador ratifica no sólo el renacimiento y la extensión de posiciones antimperialistas, sino la voluntad en acto de toma del poder - despreciando tras ese objetivo las instituciones formales - para aplicar las políticas que la crisis reclama. Con prescindencia de su resultado inmediato - que tantas eseñanzas ofrece a las fuerzas revolucionarias - la insurrección del pueblo ecuatoriano es una señal que el Foro de São Paulo no puede ignorar respecto de la acuciante demanda de cambios profundos, de la imposibilidad de avanzar siquiera un paso tras aquellos cambios por vía de reformas institucionales y de la posibilidad, ahora fuera de discusión, de proponerse y lograr una salida a partir de las masas en pie de combate;
aunque de ninguna manera se debería subestimar la capacidad de maniobra del imperialismo y especialmente de Washington - y de esto también es un ejemplo sobresaliente la insurrección en Ecuador - en este cuadro general resalta con nitidez la pérdida de capacidad arbitral por parte de Estados Unidos. Desde la formación de un ejército propio de la Unión Europea, hasta la incapacidad para imponer su exigencia de saneamiento económico a Japón, pasando por el sistemático ahondamiento de la fractura con Rusia, la imposibilidad de imponer la paz en Medio Oriente, la ineficacia ante las políticas en curso en Venezuela (para no hablar de la ya clásica impotencia ante la Revolución Cubana), se multiplican las pruebas de que proliferan focos de conflictos en todos los terrenos y el gobierno estadounidense es cada día menos capaz de imponer su voluntad política y sostenerse como juez de última instancia; esa incapacidad incluye el creciente desmanejo ante la aparición de sectores militares en franca rebelión contra las políticas impuestas desde Washington para transformar las fuerzas armadas en guardias nacionales bajo su mando;
esta realidad no obsta para que en el terreno económico las líneas de acción de Washington y los organismos internacionales que controla se impongan hasta niveles jamás vistos en relación con países de economías dependientes, incluso cuando éstos son de envergadura, como Indonesia, Brasil, México, Korea del Sur, etc. De hecho, es justamente esa imposición inapelable en el plano económico la que agudiza contradicciones que luego se revelan inmanejables en otros terrenos. Deglutir áreas completas de la economía hasta ahora reservadas a las burguesías dependientes y dar lugar a una suerte de colonialismo siglo XXI es expresión de una necesidad inexorable del imperialismo (la que surge de su crisis estructural y exige cumplimiento más allá de toda consideración estratégica e incluso táctica), que si por un lado se realiza y prueba una extraordinaria fortaleza coyuntural, por el otro revela el agravamiento extremo de la dolencia crónica del imperialismo, a la vez que actúa precisamente como acelerador de múltiples contradicciones interburguesas e interimperialistas;
la razón por la cual aquella debilidad estructural se manifiesta como fortaleza estriba exclusivamente en que, como nunca antes desde que el capitalismo se impuso como modo de producción a escala mundial, su contraparte, la clase obrera y demás capas oprimidas, carece de organización, de programa, de dirección e incluso - y sobre todo - de conciencia social y política. Jamás desde que se constituyó como tal el movimiento obrero internacional ha sufrido tal estado de confusión y desvío. Es su parálisis o incluso el accionar contrario a sus intereses como clase bajo la dirección de organizaciones sindicales y políticas descaradamente alineadas con el imperialismo, el factor que hace posible la postergación de la crisis mundial del capital. Pero es igualmente cierto que esa postergación no hace sino agravar hasta niveles sin precedentes - y en todos los rincones del planeta - el deterioro de los mecanismos sobre los que se asienta el sistema.
Este IXo Encuentro del Foro de São Paulo no debería aceptar el juego de quienes proponen discutir si la crisis mundial ocurre sólo en el plano financiero y si éste ha entrado o no en un período de estabilización. Tramoyistas y filibusteros no pueden continuar engañando al mundo, por muchos que sean sus títulos académicos y sus capacidades para difundir falacias mediante la gran prensa internacional. La ciencia de la economía política es inequívoca en el diagnóstico. Pero más contundentes aún son las pruebas que no requieren de instrumentos científicos: ¿por qué tuvo lugar la guerra contra Yugoslavia? ¿para qué transformó Estados Unidos a la OTAN en un ejército con jurisdicción planetaria? Las organizaciones integrantes del Foro de São Paulo no podemos soslayar el hecho de que días atrás un partido fascista haya sido incorporado al gobierno de Austria en innoble apareamiento con políticos y estructuras registradas como progresistas. Mucho menos ignorar o tomar como mera anécdota lo ocurrido en España en torno al caso de El Ejido. Estos son síntomas, menores pero harto elocuentes, de la insanable enfermedad que ha corrompido al sistema en el centro mismo del organismo.
Breve consideración acerca del documento base
No se trata de hacer un análisis detallado del texto presentado por el Grupo de Trabajo. Eventualmente la UMS lo hará en relación al documento que finalmente adopte el IX Encuentro. Sin embargo es necesario señalar dos aspectos que consideramos fundamentales y hacer una observación particular.
En primer lugar, en relación con el punto 82, donde puede leerse: "...al mismo tiempo, debemos ser exigentes con las carencias propias en la construcción de la unidad de los sectores del cambio. Carencias en la consolidación de la unidad de la izquierda - que es el factor clave para poder avanzar - y en la conformación de alianzas progresistas, amplias, alternativas al neoliberalismo y a las diferentes opciones conservadoras".
La UMS propugna la unidad social y política de los trabajadores y el pueblo, de las grandes masas explotadas y oprimidas. En el caso argentino, aun poniendo por un instante de lado la ambigüedad extrema del concepto izquierda, si por un milagro pudiera reunirse en un mismo bloque a todas las organizaciones que se identifican a sí mismas como de izquierda, el movimiento obrero, la juventud, las capas medias pauperizadas, el campesinado, quedarían por fuera. Esa es una razón más que suficiente para contradecir la afirmación del documento según la cual "la unidad de la izquierda es el factor clave para avanzar". Pero tal lineamiento para la acción es, si cabe, más errado aún cuando se tiene en cuenta qué posiciones esgrimen quienes se autodefinen como izquierda (y la UMS en ninguna hipótesis entraría en la discusión de si, por ejemplo, lo son o no algunos de quienes integran el gobierno de Argentina que en su primer semana lanzó una furiosa represión contra el pueblo de Corrientes y se cobró dos vidas; o si merecen o no tal calificación quienes propugnan el derrocamiento de Fidel Castro).
Tampoco queremos poner al Foro ante la necesidad de adoptar una definición al respecto. Eso sería equivalente a buscar causas de dispersión y desacuerdo, es decir, contribuir a que la acción común resulte al cabo imposible y que el Foro se agote en una declaración ecléctica. En nuestra opinión, ni el Encuentro ni el Grupo de Trabajo deben incurrir en esa conducta. En la vida interna de más de uno de los partidos integrantes del Grupo de Trabajo es cuestionada y duramente debatida la noción de "conformar alianzas progresistas". ¿Deberíamos nosotros como Foro laudar desde esta tribuna a favor de una de las posiciones en pugna? Nuestra respuesta es una rotunda negativa.
En segundo lugar, y ya no en el terreno político sino en el conceptual y estratégico, volvemos a llamar la atención sobre un tema que apareció explícitamente por primera vez en el Encuentro de Montevideo. Dice el punto 110, citando el proyecto de declaración final del VIIIo Encuentro: "...Se requiere la modernización del Estado, eliminando la corrupción, el clientelismo, y defendiendo nuestros patrimonios nacionales de las políticas de privatización, y una nueva relación (del Estado) con el mercado que garantice el bienestar de la población".
Cuando este tema apareció en Montevideo, tomamos la palabra para sostener una posición que, estamos convencidos, no requiere argumentación: es sencillamente imposible suponer acuerdo entre los integrantes del Foro en torno al concepto de Estado y, por lo mismo, en la estrategia a trazar frente a él. La UMS - y nos consta que compartimos esta posición con un elevadísimo número de organizaciones integrantes del FSP - no defiende la modernización y adecentamiento del Estado burgués, sino su abolición; no propugna una nueva relación de éste con el mercado, sino la construcción de una sociedad en la cual ni los bienes ni las personas sean, como somos ahora, mercancías.
No pretenderíamos imponer nuestra posición a otros partidos del Foro alineados con estrategias contrapuestas. Y nadie podría suponer que éstos podrían hacer lo inverso con quienes nos reivindicamos marxistas.
En aquella oportunidad y con muy buen criterio, los compañeros anfitriones admitieron que el punto debía ser retirado del proyecto de declaración en discusión. Otra vez: una política que tienda a mantener la cohesión de los integrantes del Foro en torno de puntos de acción común, no debería internarse en definiciones conceptuales y estratégicas que sólo serían efectivas para alimentar discusiones sin sentido en esta tribuna y sin ninguna consecuencia práctica, como no sea la creación de más barreras y trabas para la adopción y realización de un plan de acción conjunto.
Finalmente, una observación respecto de nuestra situación local. El documento base dice en el punto 65: "No es menor el fin de la era Menem en Argentina, uno de los regímenes más implacables en la aplicación de las orientaciones neoliberales, desplazado por una alianza en la que tienen presencia sectores de izquierda y progresistas".
Compartimos la afirmación de que no es menor el hecho de que el gobierno peronista haya sido desplazado. Pero, tal vez porque la debilidad de los integrantes del Foro en Argentina no nos acredita para integrar el Grupo de Trabajo, los compañeros redactores no registran el hecho de que el gobierno que lo desplazó lo hizo con su mismo programa económico. En cuanto a la existencia de "sectores de izquierda y progresistas" en la Alianza, por las razones ya explicadas no es algo que pongamos en discusión. Pero el texto debería estar complementado con otro dato, no menor: en la Alianza también hay - y mejor ubicados en todo sentido - sectores "neoliberales", agentes directos del gran capital financiero internacional y fascistas declarados. Nadie menos que el verdadero cerebro del plan económico aplicado por el gobierno anterior (el Sr. Juan Llach, autor del libro Otro siglo, otra Argentina, de obligada lectura para quien dude de esta afirmación), integra el actual gabinete. Este ministro, hijo de la más rancia oligarquía local y miembro del Opus Dei, integra una red suprapartidaria que ha capturado sectores claves del aparato del Estado, cuyos componentes, por regla general ex colaboradores de la dictadura, no disimulan su adscripción ideológica a la ultraderecha fascista). El escándalo de Austria pasa a tal punto inadvertido cuando ocurre en Argentina que hasta queda desdibujado en el documento base.
Nuestra Propuesta
De hecho, la novedad de la situación internacional reside en que la reconfiguración del escenario político internacional y regional actualiza un cúmulo de situaciones potenciales que como tales dieron lugar a la formación del Foro de São Paulo. De allí nuestra afirmación de que en esta coyuntura el Foro puede y debe asumir, más allá de las palabras y las declaraciones, la lucha por contribuir efectivamente a que nuestros pueblos retomen la iniciativa a escala regional y en cada país.
Para ello no necesitamos extensos documentos y, mucho menos, definiciones ideológicas que ineludiblemente nos separan, sino un programa de acción. Un programa que cada organización llevará hasta donde crea necesario y articulará según sus concepciones y capacidades. Pero común a la hora de tomar posición ante cuestiones centrales.
No nos parece que sea imposible una muy firme determinación de salir al cruce a toda ingerencia militar imperialista en cualquiera de nuestros países, pero también en cualquier otro lugar del planeta (el FSP debería en el próximo período hacer una autocrítica en los hechos por su nula articulación militante para denunciar las guerras de la OTAN contra Yugoslavia y de Rusia contra Chechenia, para poner sólo dos ejemplos). La denuncia de las crecientes sumas destinadas al armamentismo en Estados Unidos, Unión Europea (especialmente Alemania) y Japón, debería ser un eje de actividad común constante.
Tampoco está fuera de lo objetivamente realizable - sin ni por un momento minimizar nuestras diferencias - una respuesta militante, conjunta a escala regional, cada vez que se presentan brotes de xenofobia y reaparición de las ideas nazis como ocurre ahora mismo en Austria, en España y en Rusia en relación con Chechenia.
Estados Unidos interviene de manera desembozada en los conflictos políticos que sacuden a las burguesías de la región (los casos de Paraguay en febrero del año pasado y Ecuador un mes atrás son los más evidentes, pero hay operaciones estratégicas en curso que apuntan directamente a Colombia y Venezuela). ¿Por qué no podría el Grupo de Trabajo coordinar líneas de acción común para que los componentes del Foro nos movilicemos aunadamente en casos puntuales en todo el hemisferio?
En un mundo donde 11 millones de niños mueren anualmente por causas evitables antes de cumplir cinco años puede parecer absurdo ocuparse de un caso individual. Pero en el pionerito cubano Elián González el capitalismo está mostrando su esencia inhumana y su ilevantable hipocresía, además de una brutalidad imperial que envidiaría Nerón. ¿Por qué este IXo Encuentro no podría resolver una campaña continental para exponer el verdadero rostro del sistema de mercado y exigir la inmediata devolución de este niño a su familia y su país?
Ahora que el bloqueo estadounidense contra Cuba está horadado y moribundo ¿no sería posible y apropiado darle conjuntamente una embestida final?
Todos los anteriores son puntos en los que sin duda hay consenso unánime en los componentes del Foro. Otros, más conflictivos, deberían ser sin embargo también encarados. Por ejemplo, uno de los capítulos del documento base se titula Los avances progresistas en nuestro continente. Lejos de nuestra intención desconocer o minimizar las pequeñas o grandes conquistas alcanzadas durante estos años. Pero también es verdad que desde 1990 la región prácticamente ha duplicado su endeudamiento - al tiempo que enajenaba la casi totalidad de sus bienes y riquezas - hasta bordear los 900 mil millones de dólares, una suma que pesa como una lápida sobre nuestros pueblos, clausura cualquier perspectiva de desarrollo y bienestar para nuestra gente y sin duda pone en cuestión aquellos avances progresistas. Sabemos que algunas de las organizaciones integrantes del Foro no están dispuestas a pronunciarse contra el pago de la deuda externa. Pero ¿no es posible hacer una campaña conjunta denunciando lo efectivamente ocurrido en términos económicos durante esta década, acerca del significado futuro de este endeudamiento, y a partir de allí dar libertad a cada organización para que formule su posición frente a la deuda? Creemos que sí. Y, en todo caso, instamos a todas aquellos partidos y movimientos que incluyen el no pago de la deuda externa en sus programas a encarar seriamente esta tarea común. En abril próximo se realizará en La Habana la Cumbre del Sur, una reunión del grupo de los 77, de la que participarán más de 130 países expoliados por el imperialismo. Mocionamos que este Encuentro envíe un llamamiento a esa reunión proponiendo que se considere una actitud conjunta contra el pago de la deuda externa.
Igualmente, mocionamos que el IXo Encuentro del Foro de São Paulo proponga al conjunto y a cada una de las fuerzas que participaron en la movilización de Seattle un programa de acción conjunta en el cual las reivindicaciones propias de los trabajadores, los jóvenes y los pequeños productores estadounidenses y europeos se unifiquen con las de nuestros pueblos en un frente común contra el imperialismo.
En suma - y más allá del listado de temas y consignas que dan base a un accionar conjunto - proponemos a los partidos y movimientos integrantes del Foro de São Paulo la militancia efectiva e inmediata en tanto que Bloque Antimperialista Continental. Hemos reiterado esta propuesta desde hace años. Pero ahora ya no se trata de una perspectiva propagandística. Ahora es una exigencia de la realidad para pasar a la acción, para luchar por arrebatarle al gran capital la iniciativa ideológica y política, para trabarle sus movimientos cuando acude presuroso - y salvaje - a contener o aplastar los movimientos revolucionarios de diferente signo y envergadura que laten en nuestros países.
Como siempre hemos hecho ante esta tribuna desde hace diez años, además de ratificar nuestra inquebrantable voluntad de acción común con todas las organizaciones integrantes del Foro y de esforzarnos, en la humilde medida de nuestras capacidades, por lograr puntos programáticos y formas prácticas que la hagan posible, reafirmamos nuestra convicción de que la etapa histórica que atravesamos reclama la recomposición de las fuerzas revolucionarias marxistas. Adjuntamos un informe relativo a un Encuentro de los Comunistas realizado en Buenos Aires el pasado 11 de diciembre que, aunque todavía en escala ínfima en relación con las urgencias planteadas, prueba que ese camino es posible y está siendo recorrido por un numero creciente de organizaciones, equipos y militantes. Pero en nuestra opinión y voluntad, éste no es un objetivo reductible a un país. La recomposición de las fuerzas revolucionarias marxistas está planteada no ya como necesidad, sino como posibilidad que toma carnadura, a escala regional y mundial.
Buenos Aires, 12 de febrero de 2000
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